Los Estados Unidos fueron el hogar de Albert Einstein durante sus últimos años, mientras continuaba haciendo contribuciones a la física y permanecía involucrado política y socialmente. Este artículo examina la última etapa de la vida de Einstein, su muerte y su legado perdurable. Sigue leyendo y descubre más sobre la parte final de la historia de vida de un genio.
Años en Princeton al fin
En 1933, con el régimen nazi ganando poder y la situación política en Alemania empeorando, Albert Einstein partió hacia América. Aceptó un puesto de trabajo en el Instituto de Estudios Avanzados ubicado en Princeton, Nueva Jersey, donde pasaría el resto de sus días.
La actividad científica entrelazada con el compromiso social definió los últimos años de la vida de Einstein. A pesar de su avanzada edad, permaneció profundamente inmerso en su trabajo y buscó conocimiento sobre el funcionamiento del universo. Su atención se dirigió hacia la teoría del campo unificado, un ambicioso proyecto destinado a unificar el electromagnetismo con la gravitación en un solo marco teórico, aunque este objetivo no fue alcanzado por él, sentó las bases para futuros esfuerzos científicos.
Defensa y participación política
Mientras estaba en Princeton, Einstein se convirtió en un firme defensor de los derechos civiles y también habló en contra del nacionalismo y el racismo. Entre otras actividades en las que participó, se convirtió en miembro de la NAACP (Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color) y estableció una asombrosa amistad con el líder afroamericano que luchaba por la igualdad, llamado W.E.B. Du Bois.
Las armas nucleares fueron otra cosa contra la que Einstein luchó con tanta pasión a lo largo de su vida. Después de verse involucrado en la creación de la bomba atómica al firmar una conocida carta dirigida al presidente Franklin D. Roosevelt, en la que se instaba al gobierno de EE. UU. a continuar la investigación nuclear; más tarde, hizo campaña incansablemente por el desarme contra tales armas, afirmando que son peligrosas no solo cuando se utilizan, sino incluso al ser poseídas, con demasiados riesgos innecesarios asociados a ellas, especialmente considerando las potenciales consecuencias catastróficas que podrían surgir de su uso accidental o deliberado en cualquier lugar y en cualquier momento. El Comité de Emergencia de Científicos Atómicos, que tenía como objetivo detener la difusión de la tecnología de armas atómicas mientras promovía la utilización pacífica de la energía, surgió de esta lucha.
Vida privada y salud
Tocar el violín, navegar y pasar tiempo con amigos y colegas fueron algunos de los placeres simples que Einstein disfrutó en su vida personal. A pesar de ser conocido en todo el mundo, nunca vivió de manera lujosa, valorando las búsquedas intelectuales por encima de las empresas lucrativas, aún más, ya que se dio cuenta de que la riqueza no equivale a la felicidad, además de que le permite pensar libremente sin ninguna restricción financiera, lo que lo llevó a mayores descubrimientos.
A medida que pasaba el tiempo, la condición física de Albert empeoraba; múltiples enfermedades lo atacaron, incluyendo un aneurisma aórtico abdominal que finalmente también reclamó la vida de este último. No obstante, a pesar de estas dolencias, Einstein continuó activo mentalmente, trabajando en teorías científicas hasta su último aliento.
La muerte de Albert Einstein
El 17 de abril de 1955, debido a la ruptura de un vaso sanguíneo interno en el abdomen (aneurisma aórtico abdominal), Albert comenzó a experimentar sangrado interno como resultado. Fue ingresado en el Hospital de Princeton, donde los cirujanos recomendaron una operación, pero él se negó, diciendo que había vivido lo suficiente y estaba listo para la muerte en cualquier momento; “Me gustaría morir cuando sienta que quiero morir – no hay necesidad de prolongar mi vida artificialmente después de que se ha hecho todo.” Estas palabras fueron pronunciadas por él justo antes de fallecer pacíficamente durante el sueño en las primeras horas de la mañana del 18 de abril de 1955, a la edad de 76 años. Si bien este evento significó el final de una era, lo que logró tanto en el ámbito científico como social sigue siendo significativo hasta hoy entre las personas de todo el mundo.
Los descendientes de Albert Einstein
Aún después de su muerte, la influencia de Einstein continúa creciendo en todo el mundo. Sus teorías científicas, que principalmente involucran la teoría de la relatividad, transformaron nuestro conocimiento sobre el espacio y el tiempo, además de ser principios fundamentales en la física actual. Aparte de hacer estos avances científicos, se comprometió con la paz, los derechos civiles y otras causas humanitarias, dejando así un legado duradero de compasión y conciencia social.
En los años posteriores a su fallecimiento, se llevó a cabo un estudio sobre el cerebro de Einstein que condujo a muchas investigaciones destinadas a revelar la base física de una inteligencia tan excepcional como la suya. Aunque se hicieron algunos descubrimientos emocionantes durante este trabajo de investigación, lo que realmente constituye el genio en él se atribuye aún a la curiosidad, la imaginación y la incansable búsqueda del conocimiento, como lo han demostrado varios eruditos a lo largo de la historia.
Albert Einstein: Una retrospectiva
La muerte de Albert Einstein marca una época en la civilización humana porque nos presenta un lado de él que a menudo tendemos a olvidar: su humanidad. El hecho de que siempre se mantuvo fiel a la ciencia mientras defendía la justicia social lo convierte en una representación atemporal de la brillantez intelectual fusionada con la rectitud moral.
Al celebrar la vida de este gran hombre, no debemos olvidar cuánto impactó en el pensamiento científico más allá de las fronteras: dicho esto, que todos nuestros recuerdos sobre Albert se iluminen con esos destellos que apuntan hacia realidades desconocidas aún no exploradas antes de que la humanidad pudiera soñar que eran posibles de otra manera.